domingo, 24 de febrero de 2008

El hombre-máquina



Fuente: Clarin.com.- 20/01/08

Desde la medicina y la biología se está poniendo a prueba la maleabilidad del cuerpo humano. Trasplantes de órganos, implantes, cirugías y regeneraciones son intervenciones técnicas cada vez más frecuentes. Estas prácticas transforman la visión que se tiene del cuerpo humano, extienden la vida y hacen modificaciones estéticas que en muchos casos acomodan partes del cuerpo al ideal de un sujeto. Sin embargo, estos desarrollos médicos no benefician a la mayoría de la población y, por lo general, dificultan la aceptación de la muerte.

Así lo cree el doctor Pablo Argibay, quien realizó en la Argentina el primer trasplante de duodeno-páncreas (1994), de islote (1995) y de intestinos (1999). Actualmente trabaja en el desarrollo de técnicas de regeneración a partir de células madre. Dirige el Instituto de Ciencias Básicas y Medicina Experimental del Hospital Italiano.

Con humor, usted alude a "cortar y pegar" partes del cuerpo humano. ¿Acaso somos máquinas compuestas por piezas intercambiables?
No, nada de eso. Si algo nos enseña la biomedicina moderna es que una concepción reduccionista del hombre como una máquina es no sólo errónea, sino peligrosísima. Justamente, la medicina regenerativa y los trasplantes de órganos buscan hacer uso de la biología del organismo, de un sistema muy complejo y en nada análogo a la máquina.

¿La medicina va haciendo un collage sobre los cuerpos?

Sí. Sería un collage dinámico, en el cual las partes no funcionan como engranajes en una máquina, sino que tienen significado en el todo. Sería como un holograma. Es decir, cada pedacito es un representante de la totalidad. Entonces, ese órgano que uno le pone a una persona no es sólo un órgano, porque modifica el sistema inmune, el sistema endócrino y la conducta de ese individuo. Me gusta más la idea de un collage dinámico y biológico, que la de un simple cortar y pegar.

¿Todos los órganos pueden ser trasplantados?

El límite es una cuestión de rechazo inmunológico. Trasplantar una mano es más complejo, desde el punto de vista inmunológico, que trasplantar un riñón, porque el riñón es un órgano con un sistema inmunológico bastante leve, que puede ser vencido con drogas. En una mano, el problema es que tenemos hueso, cartílago, arterias, venas, músculos, nervios, piel, grasa. Entonces, ya son varios órganos que hacen a ese sistema de la mano y la respuesta inmune es mucho más compleja. En principio, todo órgano es trasplantable, aunque algunos sobreviven mucho más que otros, debido a la respuesta inmunológica.

¿Por ejemplo?

El intestino es muy simple de trasplantar. Sin embargo, genera una vigorosa respuesta de rechazo, y al poco tiempo, si uno no usa drogas muy fuertes, es rechazado. La piel se puede trasplantar; sin embargo, genera una fuerte respuesta inmunológica. Pero en principio, desde el punto de vista técnico, después del éxito del trasplante de rostro no quedan fronteras. Sí en el sistema nervioso central: uno no puede plantear el trasplante de cerebro, porque si somos prácticamente el cerebro, el trasplante sería de cuerpo, no de cerebro.

¿Cómo altera un trasplante la identidad corporal?

Para un receptor no es exactamente lo mismo saber que le trasplantan el corazón -con los significados culturales que tiene- que órganos como el páncreas o el riñón. Las personas manejan su trasplante de órganos, pero seguro que hay que hacer un trabajo de identidad con ese nuevo injerto, ya que hay hasta fenómenos de culpa, porque de alguna manera, el que recibe un órgano lo está recibiendo de alguien que murió. Las manos también son delicadas. El primer trasplantado de manos de Francia pidió que le sacaran el trasplante, porque tuvo un problema de identidad con esas manos. Un trasplante es psicológicamente complejo.

¿Hay resistencias de corte racista?

El imaginario del órgano no deseado por la procedencia sería el caso de un miembro del Ku-Klux-Klan al que le ponen un riñón de un negro de Alabama. En general, no hay ningún tipo de evidencia de que esa persona, por el odio racial, pueda estimular a su sistema inmune para que lo rechace. Sin embargo, un órgano no deseado puede ser un órgano rechazado en gente a la que, por ejemplo, le cuesta seguir el protocolo de fármacos. Un fenómeno interesante es, en Estados Unidos, que una de las poblaciones que más requiere de riñones, por la hipertensión, es la negra. Sin embargo, no son los principales donantes de órganos, lo cual en algunos Estados generó conflictos.

Hay implantes mecánicos, que nutren el imaginario del cyborg. ¿Las nuevas tecnologías pueden hacer órganos?

Esto es lo interesante de esa concepción errónea. Si el concepto filosófico dominante es el de hombre máquina, la cuestión va a ser: ¿para qué seguir metiéndonos en trasplantes de órganos y no soñar con el corazón artificial, con el pulmón artificial, con el riñón artificial? Y lo cierto es que no, estamos muy lejos de que las máquinas reemplacen todas las funciones del ser humano. Es real que se puede hacer diálisis a una persona con algo que se llama riñón artificial, pero ese aparato está muy lejos de ser equivalente a un riñón. Es verdad que se le puede poner por un tiempo prolongado un corazón artificial a una persona, pero estamos muy lejos de que ese corazón cumpla todas las funciones biológicas de un verdadero corazón. La biología es muchísimo más compleja que la mecánica y la electrónica. No veo muy cercano un mundo en el que sea una realidad cotidiana el poner un riñón o un hígado artificial dentro de una persona. «Unicamente un organismo puede reemplazar al organismo”.

Una de las principales utilizaciones de las intervenciones quirúrgicas se vincula a necesidades estéticas. ¿La medicina está cumpliendo una función impensada en el pasado?

Sí, sin duda. Cumple una función social, porque la estética y la ética son necesidades humanas. Hoy sabemos que en el cerebro hay áreas que tienen que ver con una necesidad ética. Con la necesidad estética pasa lo mismo. Todos sabemos lo que es lo lindo y lo feo para nosotros. Hay una necesidad social de verse diferente, que es entendida sólo por aquel que la tiene. El problema que sí advierto es que no estamos cumpliendo con un principio de la bioética: el de la igualdad. Es decir, no todos tienen acceso a las cirugías estéticas. A un pobre que se siente afectado, su sistema de salud no le cubre la cirugía estética. El problema no es que la gente se quiera arreglar los párpados; el problema es que no todos aquellos que quisieran hacerlo pueden.

La medicina prolonga la vida. ¿La calidad también crece?

No. La medicina está contribuyendo en una forma irresponsable a la extensión de la vida, porque no está pudiendo satisfacer los problemas de vivir más. Cuando pensamos que después de los ochenta años, gran parte de la población va a tener Alzheimer, yo digo que les estamos extendiendo la vida de una forma irresponsable, porque a esas personas que van a tener más Parkinson, más demencias, más arterioesclerosis, no tenemos ningún remedio para darles. En tonces, los hacemos vivir más, pero eso no quiere decir que vivan mejor. Yo creo que nos deberíamos concentrar en aceptar la muerte. Hemos hecho una cultura en contra de la muerte, como si ella no existiese, como si no fuera un fenómeno biológico. Tendríamos tal vez que concentrarnos un poco más en vivir quizás menos, pero mejor. Me parece que entonces ahorraríamos muchos recursos, porque hoy la principal causa de problemas en los adultos son las enfermedades degenerativas, pero por otro lado, generamos enfermedades degenerativas porque los individuos viven más.

¿La medicalización genera enfermedad?

Sí. Una parte de la medicina es un sistema de trueque de enfermedades. Genera una enfermedad moderada a cambio de paliar una enfermedad más grave. En trasplante de órganos es típico: yo le saco a un señor la insuficiencia renal; le pongo un riñón, pero le doy drogas que a lo largo de su vida le van a generar otro tipo de enfermedades. Claro, seguramente son mejores estas enfermedades que la falla del riñón. Pero es un trueque. Eso es una parte de la medicina. Hay otra parte -por ejemplo, la infectología- donde los resultados han sido contundentes y no se cambia una enfermedad por otra. La cirugía ha tenido un avance notorio, y prácticamente no hay trueque de enfermedades. Cuando yo entré a hacer la residencia de cirugía, cada tanto se moría alguien, en Buenos Aires, por una peritonitis. Hoy prácticamente es impensable. Pero en algunos tratamientos de cáncer uno le extiende dos años la vida a una persona, pero lo irradia, lo opera. Entonces, lo primero que hay que preguntarse es: ¿le doy dos años de calidad de vida o dos años de vida y nada más? En la cima de todas las discusiones está si es suficiente darles vida a los pacientes o si queremos darle calidad de vida.

sábado, 23 de febrero de 2008

CADA VEZ MÁS HIJOS DEL ESTADO. 27000 niños bajo la tutela de las autonomías

(El país, 14.11.2007)

El Estado actúa crecientemente para quitar la tutela a los padres de niños en desamparo. Pero su actuación, que alcanza a 85 niños de cada 100.000 en España -en 1997 eran 61,8-, arroja a veces situaciones discutibles y está sometida a muchas críticas por no favorecer la prevención.

En España hay 27.000 menores en el sistema de protección, construido para tutelar a niños abandonados, desatendidos o maltratados por su familia. A pesar de que su universo demográfico decrece (los menores de 17 años eran el 19% en 1998 y ahora son el 17%), los expedientes de tutela aumentan. A esto contribuyen también los menores extranjeros no acompañados que deben ser tutelados si carecen de allegados en España (las reagrupaciones familiares en el exterior son mínimas).

Al sistema de protección de las autonomías -es una competencia totalmente descentralizada- van a parar las víctimas de graves delitos (abusos sexuales o maltrato familiar) y quienes sufren situaciones de abandono menos extremo. Y también los que son considerados en riesgo de padecerlo. El 70% desembarca en el sistema por negligencia y desatención.

La labor preventiva con las familias ahorraría drásticas retiradas de niños. Una faceta que se ha descuidado, aunque ahora se intente subsanar. “El trabajo con la familia biológica es el gran déficit que hemos tenido, lo sensato es poner medios para atajar la situación y ver si es recuperable”, sostiene Marino Villa, adjunto a la Síndica de Greuges -la defensora ciudadana- de Barcelona. Poco que ver con lo que ha distinguido hasta ahora al sistema. “Como el interés del menor es el bien supremo, aparto al niño de las brasas y entonces ya no encuentro razón para averiguar por qué existen las brasas”, critica. Villa sintetiza sus tres grandes preocupaciones: la prevención, la atención a las familias y la vuelta a casa “siempre que sea posible”.

“La ley prevé expedientes de desamparo y expedientes de riesgo. De estos no conozco ninguno, siempre se acude a la cirugía desesperada del desamparo, que es menos caro que trabajar con la familia en una situación de riesgo”, se queja José Antonio Bosch, el abogado que ahora defiende a Antonia y que antes representó a otras madres biológicas de Sevilla a las que la Junta había retirado sus hijos.

“La inversión social es el caballo de batalla y lo que lleva a algunos a afirmar que se quitan sólo los niños a los pobres. Con la reclusa es más fácil actuar que con familias de ingresos altos”, abunda el portavoz de la asociación Prodeni, José Luis Calvo. “La institucionalización de la protección del menor y los recursos para sus familias se han desarrollado a diferente velocidad”, añade.

La prevención requiere fondos. Y el trabajo con las familias para desterrar factores de riesgo, también. “Los presupuestos en servicios sociales suelen ser exiguos, aunque parece que la concienciación se está despertando poco a poco”, afirma Miguel Ángel Ruiz, profesor de Metodología de Ciencias del Comportamiento de la Universidad Autónoma de Madrid y coautor de un proyecto sobre infancia y adolescencia para el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. “No todas las comunidades autónomas proporcionan el mismo nivel de políticas y servicios sociales para los grupos más marginados de la población, en particular familias pobres, familias monoparentales, así como para niños gitanos y niños de familias inmigrantes”, censuraba a España, en 2002, el Comité de Derechos del Niño de la ONU.

“La pobreza no es el problema”, dice taxativo el catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de Sevilla, Jesús Palacios. “De cada 10 niños en protección, siete están por negligencia, son los menores que pueden quedarse solos cuatro días, que están desnutridos, a veces sus padres ni siquiera son muy conscientes por sus propios problemas de salud mental o de adicción”. Remacha: “La combinación de adicciones y problemas mentales suele ser fatal”.

Palacios cree que se está reforzando la prevención y pone el ejemplo de Andalucía, donde se han creado equipos de tratamiento familiar que no existían hace una década: “Es un progreso importante que permite hacer una evaluación más segura. Hay una dificultad de origen, los profesionales hacen pronósticos basados en las evidencias que a veces se cumplen y a veces no”.

Aunque los errores sean mínimos, su impacto es infinito en la vida de los afectados. El abuso del acogimiento preadoptivo y la indiferencia ante el contexto de la familia biológica está detrás de casos espeluznantes como el de Carmen Fernández, que perdió la tutela de sus dos hijos en 1996 debido a su alcoholismo. Los niños fueron entregados a una familia con fines adoptivos cuando aún no había transcurrido un año de la retirada y a pesar de que la rehabilitación de la madre marchaba a buen ritmo. No tuvo segunda oportunidad. La mujer litigó en los tribunales durante años hasta que le dieron la razón. Su victoria fue también una derrota. Había pasado tanto tiempo que la Audiencia de Sevilla admitió que era imposible la reunificación familiar. A cambio, condenó a la Junta de Andalucía a indemnizar a la madre con 1,7 millones de euros por la “privación ilegítima” de sus hijos. Han pasado 11 años y aún falta que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre el recurso de la Junta.

Pero las políticas parecen ir cambiando. “Antes se tomaban decisiones demasiado drásticas demasiado pronto, pero los movimientos de madres biológicas han asustado al sistema y ahora les cuesta mucho tomar una decisión de separación por miedo a que se organice el follón”, asevera el catedrático de la Universidad de Sevilla Jesús Palacios. “Lo más importante es para qué se interviene y si conseguimos compensar los déficits. ¿Cuántos menores institucionalizados hacen estudios universitarios? El déficit es también el proyecto de salida”, completa el adjunto al defensor del cuidadano de Barcelona Marino Villa.

jueves, 14 de febrero de 2008

domingo, 10 de febrero de 2008

Ejemplo de caso

Hola Javi, he copiado tu mensaje aquí para que no se pierdan las posibles opiniones de nuestros compis:

Ultimamente estoy haciendo muchas primeras consultas y me está apareciendo con frecuencia el siguiente caso tipo:

- Chica adolescente de 12 a 16 años que trae una clínica relacionada con la ansiedad en un contexto de cambio reciente en su vida, normalmente paso de colegio a instituto/cambio de ciudad. La observación de estas jóvenes en consulta y la escucha de su evolución nos las muestran muy responsables y perfeccionistas, algunas de ellas escondiendo sus estilizadas figuras.
Normalmente alguno de los padres aparece con miedo a la independencia de sus hijas.

Orientación: procuro no enredarme demasiado en la sintomatología (sin olvidarla ya que suele ser la primera demanda que traen), escuchar la inseguridad que sienten por los cambios que están ocurriendo en esos momentos de su vida. Obvio los juegos con la comida y me dedico a los aspectos psicológicos (hacemos análisis funcionales, practicamos relajación pero pronto abordamos la bondad de afrontar lo temido pero tb. querido, exploramos emociones y creencias en busca de sentido para sus vivencias). Cuando la relación terapéutica está afianzada, hablamos de su autoimagen corporal como parte de los cambios que implica pasar por su fase del ciclo vital. Busco hacer una intervención breve, con algún encuadre y objetivos pero sin rigidez.
Hablo con los padres y su hija en consulta para apreciar áspectos relacionales e intervengo de forma empática y psicoeducativa.

ME GUSTARÍA ESCUCHAR VUESTRAS IDEAS PARA ORIENTAR E INTERVENIR SOBRE CASOS SIMILARES

viernes, 8 de febrero de 2008

Criticas a la Medicina Basada en la Evidencia

Como todos sabemos en los últimos años la Medicina Basada en Pruebas (que no en la evidencia, que es un error de traducción del inglés Evidence Based Medicine) se ha ido instalando como standard de calidad en la práctica asistencial. Comenzó como un cuestionamiento filosóficode una práctica médica basada en la experiencia personal, la heterogenia y el narcisismo de lo que “yo hago es lo mejor”, posiblemente obsoleta y poco eficaz. Se dice en las revisiones que propugnan este enfoque que en la Antigüedad (lease antes de la llegada de la MBE) que un médico ya quedaba desfasado al año siguiente de acabar la facultad, por no tener acceso (ni tiempo) a revistas, revisiones... y que la única fuente de información/actualización era la proporcionada por los delegados farmaceúticos (por tanto interesada).

Es decir, en el principio era el Caos y surgió la MBE que trajo un nuevo futuro de esperanza. Un camino que iba a conducir a la medicina a una práctica más científica, más eficaz, más honesta y modernizada, y que, cuando acabara con los reaccionarios que se oponían a aceptar la pérdida de “libertad” o de “poder”, se impodría como “la nueva ciencia del s. XXI”.

¿Por qué criticar esto? Sencillamente, porque no se critica. Solo he encontrado un artículo que critique desde un punto de vista razonable a la MBE, que se titula: “MEDICINA BASADA EN LA EVIDENCIA: UNA CRÍTICA FILOSÓFICA SOBRE SU APLICACIÓN EN ATENCIÓN PRIMARIA” de Manuel Ortega Calvo y Aurelio Cayuela Domínguez, publicado en el año 2002 en la Revista Española de Salud Pública (leer artículo aquí) El resto de Internet parece estar vacío de críticas a este enfoque (o yo no sé buscar). En los artículos afines dice que las principales críticas que se han hecho a la MBE son reaccionarias y basadas en que la MBE es el “brazo armado de la gestión sanitaria”, y que ya han sido superadas. No he podido encontrar donde leer como los defensores de la MBE ha superado esas críticas.

Así que no quiero citar ni a Karl Popper ni a la Escuela de Frankfurt ni a los reaccionarios ni a los antigestores. Tampoco quiero decir que estoy en contra de la MBE porque no se si estoy a favor o en contra, ya que si que en cierto modo comparto el fin último de este movimiento que es el que a un paciente se le de el mejor tratamiento no dependa del azar. Quiero contar mi experiencia y ver si me aclaro.

Por ejemplo, puedo hacer una crítica metodológica simplemente acercandome desde el diagnostico de una enfermedad mental, diagnostico con poca fiabilidad interobservadores y que ya puede invalidar un estudio pequeño de 100 pacientes, no digamos pues un metanalisis de 4500 pacientes.

Puedo quejarme del abuso de escalas y del intento de medir los síntomas psiquiatricos y ponerles una puntuación en un intento de objetivizar lo subjetivo de la experiencia.

Puedo decir que los pacientes alemanes no son iguales que los ingleses, ni estos que los españoles, lo que invalidaria el usar metaanalisis con pacientes de diferentes orígenes, sobretodo si nos aproximamos a la práctica desde una perspectiva más subjetivista.

Puedo decir que no entiendo los resultados de los metaanalisis, porque en el esfuerzo de “ser precisos en el lenguaje” que defendian los miembros del Círculo de Viena se han perdido y no hay quien sepa que significa esto:

“Los datos de los dos ensayos publicados sugieren que la fluoxetina tiene un perfil riesgo/beneficiofavorable, y los datos no publicados tienden a apoyar esa hipótesis. Los resultados de un ensayo publicado de paroxetina y dos ensayos de sertralina sugieren que el perfil riesgo/beneficio es débil o equívoco. Sin embargo, en ambos casos, con los datos de estudios no publicados se sugiere que el riesgo supera a los beneficios. Los datos no publicados de citalopram y de venlafaxina muestran un perfil de riesgo/beneficio desfavorable.”

Y lo que más puedo criticar es que el 80% de los artículos acaban concluyendo “no existe suficiente base científica para decir esto” y “necesitamos estudios más grandes para poder decir esto”. ¿Que hago? ¿Aplaudo su prudencia o me quejo de “que no se mojan”?

Pues sí, queria hacer una crítica a la MBE y al final resulta que estoy ambivalente con el tema. Y eso que no he entrado en el tema de los tratamientos psicológicos empíricamente validados...

Espero que con estas reflexiones en voz alta (o texto en internet) alguien que sepa más que yo me lleve la contraria o me de la razón.

martes, 5 de febrero de 2008

Comunicado de la Asociación Pro-Derechos Humanos en Andalucía


ENFERMOS MENTALES EN PRISIÓN ABANDONADOS POR LA JUNTA DE ANDALUCÍA Y EL MINISTERIO DEL INTERIOR
03/05/2007

Tras la desaparición de los “manicomios” en los años 80, los pacientes destitucionalizados han ido engrosando las estadísticas penitenciarias, convirtiéndose las cárceles en nuevos almacenes de enfermos mentales. Eso sí, en las prisiones ni se les trata, ni se les ofrece alternativa, ni se les ayuda a reintegrase en la sociedad.

Son enfermos mentales sin acogida familiar ni medios económicos, muchos de ellos enfermos duales y sin relaciones con el exterior, reincidentes y sin seguimiento por parte de los servicios sanitarios comunitarios a su puesta en libertad. En la calle, muchos de ellos indigentes y con formas de vida totalmente marginales.

Para ellos no conocemos en Andalucía a la fecha de hoy ni programas específicos dentro de prisión, ni fuera. No podemos tramitarles la excarcelación porque no existen centros que los acojan ni que trabajen además el problema de la enfermedad dual (enfermedad mental y drogodependencia), resulta problemático plantear a los Jueces de Vigilancia Penitenciaria en los casos más graves que les suspenda la condena privativa de libertad, porque la única alternativa de la que disponemos en Andalucía es el psiquiátrico penitenciario, masificado hoy por hoy al 220%.

España es el país europeo con mayor número de reclusos en sus cárceles (65.066 presos), y el 25% de ellos padece depresiones y problemas mentales producidos por el consumo de drogas. El 8% de la población reclusa padece una enfermedad mental grave y el 40% tiene trastornos mentales y de personalidad (aunque no sean inimputables). Por tanto, en Andalucía que hay prácticamente 14.000 internos, 1.120 padecen enfermedades mentales graves y 5.600 trastornos mentales. Aparte, Instituciones Penitenciarias reconoce más de 700 discapacitados psíquicos en las prisiones. Algunos de ellos también son enfermos mentales y algunos además de todo ello drogopendientes. La prevalencia dentro de prisión es de 7 veces más que en la sociedad.

Para las Instituciones, son ciudadanos invisibles con los que no contactan, para los que no existen programas específicos preventivos, de tratamiento o de rehabilitación, cuando deberían ser un colectivo prioritario por lo vulnerable de su situación.
Si algunos reciben asistencia por parte de los servicios de salud mental, cuando entran en prisión, como no existe ninguna coordinación entre el SAS y los servicios médicos penitenciarios, el enfermo ni es medicado ni los médicos de las prisiones se preocupan de conocer el historial del interno. Como tampoco existe ninguna coordinación con los servicios sociales y no se trabaja el regreso a la sociedad y a la propia familia del enfermo, es obvio que, si además muchos de ellos no disponen de apoyo familiar ni respaldo económico (el 90% están en paro, sobre todo si padecen enfermedades mentales graves), van a retornar a un submundo marginal y de subsistencia en la calle. Que se descompensen sus enfermedades y reincidan en la comisión de delitos y retornen a prisión es una consecuencia lógica de la total desasistencia. Si crearan dispositivos socio-sanitarios para atender adecuadamente a estos enfermos, la mayor parte no entrarían en una prisión. De hecho, el 50 % de los enfermos mentales delinque porque ha sufrido un brote sicótico, generalmente por no llevar un tratamiento adecuado.
Cada vez existen más enfermos mentales en la calle sin atención sanitaria alguna, existiendo un déficit importante de recursos de apoyo, a la rehabilitación y recuperación funcional de los enfermos crónicos y un déficit importante de dispositivos comunitarios abiertos y cerrados. El que cometan delitos no depende tanto de su enfermedad, sino de su situación de inadaptación social. De hecho casi el 64% de los enfermos mentales presos se encuentran cumpliendo condena por haber cometido delitos contra la propiedad y el 11.10 % por delitos contra la salud pública. Los delitos más violentos son en proporción muy escasos.
Sin embargo, resulta paradójico que el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla albergue a 182 pacientes, mientras que en los centros penitenciarios ordinarios existen en nuestra comunidad autónoma 1.120 presos que padecen enfermedades mentales graves y 5.600 trastornos mentales. Es decir, existen muchísimos más enfermos mentales en las prisiones ordinarias que en el hospital psiquiátrico, sin ser atendidos específicamente y sin que se puedan considerar personas “peligrosas”, en cuanto que violentas, para la sociedad. Y aunque legalmente debería acudir un psiquiatra a los centros penitenciarios (art. 209.1 2º R.P.), algunos centros andaluces no disponen del mismo y otros disponen del especialista de forma tan escasa que simplemente atiende las necesidades de prescripción farmacológica.
La consecuencias que son muchas más sanciones, escaso acceso a los beneficios penitenciarios (que se basan exclusivamente en la buena conducta), no acceso a permisos ni terceros grados y cumplimento de las condenas íntegras. También muchos intentos de suicidio. De los ingresados en la enfermaría el riesgo de suicidio se encuentra en torno al 20.6%, dando por hecho que el riesgo de los internos no ingresados es mucho mayor, ya que los ingresados en la enfermería cuentan con una especial atención, vigilancia y cuidados. Los intentos de suicidio de la población en general, según los datos del INE del año 2005, es del 0,0050.

La gran mayoría de ellos se encuentran en prisión sin que en sus sentencias condenatorias se estimase causa alguna de atenuación de la pena y por tanto sin diagnóstico alguno de la enfermad. Muchos son diagnosticados por primera vez cuando entran en prisión; y la mayoría, ni siquiera allí.
Los motivos son variados, entre otros y sobre todo, la falta de rigor en el trabajo de los abogados de oficio, ya que entre la propia dinámica desestructurada del enfermo que no contacta con el abogado y la mala práctica de muchos de ellos que no trabajan con sus clientes sino hasta el mismo momento de juicio, es lógico que las enfermedades mentales pasen desapercibas o que de todas maneras, no puedan en ese momento ser ya acreditadas.
Debemos apuntar también la reticencia de los jueces a aplicar jurídicamente alternativas a la prisión a los enfermos mentales infractores. Si bien el problema, fundamentalmente, estriba en que no existen dichos recursos alternativos a los que derivarlos en Andalucía, cuando los servicios sanitarios y de asistencia social deben ser los destinatarios naturales de las personas enfermas mentales, se requiere la existencia de una infraestructura suficiente.

La Junta de Andalucía firmó el “Convenio marco de colaboración en materia penitenciaria entre la Junta de Andalucía y la Administración central de 23 de marzo de 1992” que prevé la atención sanitaria a los presos andaluces. Existen varias partes que no se han aplicado nunca. La reuniones de seguimiento del convenio prácticamente no existen, ni la elaboración del programa anual de colaboración, donde debería haberse previsto la resolución de esta problemática y las tareas a desempeñar por parte de la Consejería de Justicia y Administración Pública parece nunca se realizaron.
En cuanto a la asistencia, en concreto, establece como obligación del SAS la atención especializada ambulatoria en los centros penitenciarios y tendrá especial atención a problemas de salud mental. Además la Consejería de Salud incluirá a los centros penitenciarios en los programas y campañas de medicina preventiva existentes en la Comunidad, considerándolos como una población de alto riesgo de atención preferente, y aportando los medios personales y materiales precisos para ello, incluyendo el área de salud mental” Ninguna de estas cláusulas se ha aplicado jamás.
En desarrollo de este Convenio se aprobó el 29 de mayo de 2006 el “Acuerdo sectorial entre el Ministerio del Interior y la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, de la Junta de Andalucía, en materia de servicios sociales para personas con discapacidad internadas en establecimientos penitenciarios de Andalucía, al amparo de la cláusula octava del convenio marco de colaboración entre la Junta de Andalucía y el Ministerio de Justicia en materia penitenciaria, de 23 de marzo de 1992.”
Este acuerdo sectorial evidencia el conocimiento de la administración del grave problema del que hablamos. Sin embargo, casi un año después de su aprobación, aún no ha comenzado a ejecutarse. Esperemos que no pase como el convenio del que trae base que, desde 1992 que se firmó, continua sin desarrollarse en la práctica en mucha de sus previsiones y cláusulas.

sábado, 2 de febrero de 2008

Se me ha caido un mito

La sustitución de actividades físicas por "pseudoactividad", es decir cambiar un buen partido de tenis por un partido de Wii, parece que no es una solución a la necesidad de quemar calorias de forma rápida que tenemos en nuestra sociedad. O al menos es lo que se dice en este artículo:


Actividad física pseudovirtual- Revista Jano Enero 2008


Por lo menos en un gimnasio o jugando en la calle conoces gente... eso sí, nunca podré manejar un sable láser.

Penitencia vs Responsabilidad

En estos días en los que me encuentro bajo los efectos de un montón de psicofármacos (dolantinas, diacepanes, codeínas...) para tratar mi cólico nefrítico, he tenido mucho tiempo para pensar en el dolor, en su significado y en como nos enfretamos a el. En mis sueños narcóticos lo he ido llevando del dolor físico al dolor psíquico.

¿Como nos enfrentamos al dolor físico? Pues señores, a base de pastillas, pastillas y más pastillas. ¿Como nos enfrentamos al dolor psíquico? Amigo. Tradicionalmente hemos buscado algo que nos tranquilice, algo que nos haga hacer algo, que al hacerlo nos lleve a ese estado de tranquilidad y autoperdón que nos lleve a seguir para adelante. Por ejemplo, el sacramento de la penitencia, con sus fases bien delimitadas (examen de conciencia, relato de los pecados, penitencia y absolución). Un ritual perfectamente definido donde a cambio de nuestra penitencia, la instancia más potente del universo, Dios, nos perdona y nos deja continuar nuestra vida. Esto además parece que ha funcionado durante años. Y es extrapolable a todas las religiones.

¿Que ofrecemos nosotros para aliviar el sufrimiento a la gente que nos pide que las aliviemos? No podemos recurrir a Dios, porque no es nuestro campo; no podemos ofrecer consejos, porque somos lo suficientemente humildes (o deberiamos) para saber que no sabemos más que ellos... nuestro camino nos lleva a hacerlos responsables de lo que han hecho y que juntos aprendamos la verdad de la vida (nada es eterno, la vida son alegrias y penas, no somos perfectos, no podemos cambiar a los otros)... ¿Debemos finalizar el tratamiento en esa responsabilidad? Creo, y espero no descubrir nada, pero me apetece escribirlo, que hay un algo más allá... más allá de ese "eres responsable y te jodes"... creo que hay que llevar (y llevarnos) a un "eres dueño de tu vida", "tu eliges lo que quieres hacer", "tu puedes cambiar como crees que los demas te tratan cambiando como los tratas a ello". Es decir transcender la responsabilidad, la "pseudosinceridad" y el "te jodes con lo que has hecho" y llevarlo a un "tu tienes el poder de tu vida, tú puedes elegir usarlo o no, pero lo tienes".

Voy a ponerme más calmantes....

Un propuesta

Cuando me encontraba recorriendo la Argentina y el Uruguay (porque yo también estuve) cayó en mis manos en una libreria de Montevideo un libro que me pareció superinteresante y que leí con mucho interés. El libro consistia en que un reputado terapeuta presentaba un caso, una situación concreta, y pedía a un comité de expertos (de expertos como Beck, Ellis, Sullivan... es decir primeras espadas) su opinión.

Mi propuesta es poner aquí situaciones concretas (eso sí, con cuidado de no vulnerar el secreto médico o la relación terapéutica). Digo situaciones concretas porque no considero ético el difundir el caso completo en un blog de internet. Y dar la opinión de como salir de esa situación.

¿Que opinais? ¿Seria viable crear una "mente-ampliada" para solucionar dilemas ético-prácticos? ¿Como lo hacemos sin vulnerar los derechos de nuestros pacientes?