lunes, 3 de septiembre de 2007

Eso del estigma

Francamente, como nos gusta inventar palabras que condensen la historia. Palabras que en el principio transmitían un sentimiento, una idea, una tendencia, pero que a fuerza de usarlas y repetirlas acaban perdiendo la fuerza de su significado para acabar convertidas en un simple vocablo.

El estigma vendría a ser el nombre moderno del rechazo que la sociedad tiene y ha tenido hacia los locos y la locura. Desde que la locura apareció en la tierra, los normales han venido rechazando a los locos. Hace dos mil años se les echaba del pueblo, realmente no habia otro tratamiento. Con el paso del tiempo la “técnica” inventó nuevas formas de segregación de la locura, como fueron la “incineración” o la reclusión. Con la llegada de la Razón y el Humanismo se intentó separar a los locos de los delincuentes, eso sí, para encerrarlos en sitios distintos. En el siglo pasado se dio un nuevo paso adelante, la contención química, que hizo suponer que ya no harian falta las paredes para eliminar la locura de nuestro entorno, podrían contenerla dentro de la cabeza del loco, en un circuito neuronal sin que estorbara al resto y por supuesto que no molestara.

La farmacología ha avanzado y ya no produce fármacos que dejen a la gente totalmente abotargada y entontecida (o eso dicen). Ya no hay manicomios (al menos oficialmente). Se supone que los locos ya pueden estar en nuestra sociedad. ¿Pero aceptarias como vecino a un loco? ¿Dejarías que un esquizofrénico trabajara en un colegio o en un hospital?

Se supone que la respuestas a estas preguntas en nuestra sociedad sería que sí. Toleramos a los discapacitados, a los extranjeros, a los locos…. Pero la realidad no es así. ¿Por qué en la planta de oncologia de un hospital hay 2.000 voluntarios y en las unidades de psiquiatria se matan por encontrar a alguien que acompañe a los pacientes en un paseo?

La respuesta desde la administración al rechazo atávico que la locura nos causa son las campañas de información sobre la esquizofrenia y otras enfermedades, pidiendo que no se usen las palabras loco o psicótico con connotaciones “dañinas” en los medios de comunicación… ¿Pueden las campañas contra miles de año de miedo y pavor a la locura? ¿Se puede convencer a la sociedad que no hay peligro en la locura, que el verdadero peligro está en la voluntad de las personas?

La mejor lucha contra el estigma es la de los pacientes que a diario se comprometen con su vida e intentan salir para adelante, demostrando a la sociedad que pueden estar “insertos en ella” o elegir voluntariamente salirse, sin necesidad de que nadie los eche. La mejor intervención contra el estigma es apoyar a estos pacientes, mejorar sus oportunidades y acabar con este “manicomio virtual” en el que se está convirtiendo la asistencia a los pacientes “mentales”, con la dichosa puerta giratoria, los reingresos, la circulación de pacientes de mano en mano… y sobretodo separar a los pacientes “locos” de aquellos que escudandose en un padecimiento psiquiátrico hacen lo que les da la gana y son capaces de las mayores tropelías.

6 comentarios:

jabibi dijo...

Ay maestro de corazón grande! Me refiero a ese corazón que está en el límbico y que forma parte de nuestra cerebro/mente.

Si es mu complejo esto del estigma. Trabajando con los "enfermos mentales graves" (EMGs), haciendo la residencia y como monitor, reconozco que con algunos de ellos en alguos momentos me ha costado no ver sobre todo eso, los síntomas de la locura, su incapacidad para conectar. Pero en bastantes casos en bastantes momentos he podido centrarme en "sus facetas normales". En sus talleres, en sus trabajos, en sus dificultades para aceptar su presente y su pasado, en si el Málaga subirá a primera o el Barca ganará la liga, en sus pequeñas alegrías, en su sufrimiento cotidiano. La vida misma, la de ellos, la nuestra, lo cotidiano.

Alvaro dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que hay que considerar al psicótico como un todo, pero no desde una visión parcelar o dicotómica (partes sanas vs partes malas) si no como un todo completo, valga la redundancia. Ahí es donde algunos programas rehabilitadores fallan, se vuelcan en potenciar/recuperar esas partes y eliminar/rectificar lo enfermo, olvidandose de como lo sano se une a lo "enfermo" y viceversa y que es esa unión lo que ha permitido al sujeto sobrevivir/enfrentarse a su angustia. Nada existe sin que exista un por qué.

jabibi dijo...

Las vivencias que tengo de mis momentos con los "enfermos", entendidas como un continuo, parten de momentos "sin conexión-solo veo un enfermo", como situación intermedia momentos mix en los que si tengo esa experiencia total de integración de la persona-"paciente" que tenemos delante que tu propones, y en otras son experiencias de lo más normalizao.

Como profesional que soy quiero tender a verlos de forma integral, pero como no soy una máquina, y tengo vivencias con ellos a todo lo largo de ese continuo, lo que procuro por lo menos es ser consciente de en que clase de momento de conexión me hallo. Así podré tenerlo en cuenta para mis intervenciones

jabibi dijo...

Por cierto que no veo muy clara esa clasificación que pretendes hacer de "los locos" y "los que se hace los locos", hay bastantes situaciones intermedias. No solo me refiero interindividuales sino intraindividuales. Es decir hay locos que hacen uso de su locura a veces, y hay simuladores de los locos que se les va la pinza y como loquean!

Qué clase de filtro propones Álvaro para detectar y separar a los locos buenos de los simuladores?

Alvaro dijo...

Es cuando nos comportamos como máquinas cuando solo vemos al otro en partes. Cuando nos acercamos de humano a humano es cuando podemos sentir al otro de una forma completa. Se trataría de trascender la técnica.

Alvaro dijo...

No hay un filtro para "locos buenos" y tampoco hablo de simuladores. Hablo de responsabilidad, que es no escudarse en trastornos sufridos, diagnosticados e incluso tratados para hacer lo que uno quiera. Sería "los que hacen locuras y las utilizan". No se trata de una opinión moral, se trata simplemente de hablar de responsabilidad.